PAYANTUME

Énfasis en la calidad, empresa familiar y una pequeña producción

Esta es una de esas historias que le ponen color al aceite de oliva chileno. En 1982 la familia García Retamal compró el campo Santa Eliana en el sector de Guarilihue, en la comuna de Coelemu. Eran 50 hectáreas, en el sector del secano-costero del Valle de Itata. En esos años, el campo tenía viñas –muy popular en la zona– y por las características del suelo y de la topografía, no había muchos cultivos que se pudieran dar de manera óptima. Con el paso de los años, este lugar de descanso pasó a manos de Francisco García Retamal, abogado, quien al haber pasado parte de su niñez en el campo, había desarrollado una gran conexión con la naturaleza.

Fue esa inquietud por la tierra la que lo impulsó a transformar este terreno en un espacio productivo. Y como suele ocurrir con las grandes ideas, el pensar en cultivar olivos, surgió de la curiosidad y la observación: tras percatarse que en distintos puntos del campo existían olivos de más de 50 años de vida, que sin ninguna intervención, año a año, entregaban abundantes frutos, Francisco decidió probar con la primera plantación de 250 olivos y aplicar tecnología al cultivo.

En 2017 participan en su primer concurso internacional, y desde entonces no han parado los reconocimientos en Argentina, Italia, incluso Abu Dhabi. En Guía Oliva fueron la revelación de 2019 y mantuvieron sus dos varietales –Arbequina y Frantoio– siempre en el top 5. 

Los dueños de la empresa son Leticia y Francisco, matrimonio que se involucra directamente en todo el proceso productivo, desde la adquisición de plantas hasta la entrega final del producto, y resumen el secreto del éxito en tres puntos clave: énfasis en la calidad, empresa familiar y una pequeña producción, donde pueden controlar cada detalle. 

Justamente esto último es lo que los hace especiales. Sólo 8 mil litros anuales es lo que produce Puertas de Guarilihue, nuestro productor "boutique", que está en una zona a la que jamás hubiéramos apostado, pero que año a año nos sorprende con su calidad.

No podíamos dejar fuera de La Oleoteca sus dos monovarietales que nos encantan –Arbequina y Frantoio–, pero además, tenemos en exclusiva, una novedad de edición limitada: su primer monovarietal de Picual.